Mu-Kien es, sin dudas, una de las mujeres que más admiro. Mujer y descendiente de inmigrantes, ha logrado ganarse el puesto de una de las historiadoras más respetadas de mi país.
Me había propuesto no acabar el año sin hojear este libro, que reposaba en una vitrina de la biblioteca. Nunca me dejaron llevármelo, así que pasé unos días fugándome de mi propia vida; devorando anécdotas, bajo la mirada de reproche del guardián que quería irse temprano ,aprovechando que los estudiantes estaban de vacaciones. Hasta los bibliotecarios se han acostumbrado a que seamos pocos, los que leemos solo por placer.
Estaba predispuesta a que fuera una buena lectura. Pero no que el padre fuese su protagonista. Me recordó muchas veces al plan infinito de Isabel Allende. No por lo narrado, sino por la influencia que este libro tiene en mí.
Al menos aprendí, de esta última lectura, a amar el suelo que se pisa. El cual nos brindará alegrías, sin dejar de llegar nunca, los embistes de la vida. Se trata de siempre seguir adelante. Ganas me dan, a mí también, de escribir mis memorias y la historia de mi padre. Que continúe la cadena que empezó Minerva Mirabal. Punto y coma.
No hay comentarios:
Publicar un comentario