Acerca de la autora

6 nov 2014

Puro Fuego -Joyce Carol Oates

A pesar del inmenso placer en releer aquellas frases que han quedado estancadas en mi mente, siempre aporta un toque de frescura, una lectura nueva. Este libro se leyó caminando entre los pasillos, en lugares de espera y en los vagones del metro; robándome un poquito de mi propio tiempo para deleitarme con palabras.

Puro fuego es una mala traducción de Foxfire, la denominación de una banda/mara/pandilla compuesta solamente por chicas. Por eso la lectura es fresca no solo para mi habitual redacción sino, para aquellos que desde "La Ciudad y los Perros" asociamos bandas juveniles con el género masculino. Porque la mujer es pasional aunque no violenta. Y la idea de una chica de 15 años con labios rojos, rizos dorados y una navaja apuntando tu garganta no es lo primero que uno se imagina.

Mencioné que la obra me acompañó a todas partes, para relucir la curiosidad de los terceros por saber qué estás leyendo ahora. A veces, una pregunta, un reojo, o un arrebato terminan inquiriéndome si acaso soy feminista por leer un libro así. Como si, en caso de serlo, fuese algo malo.

La historia de Foxfire es la de un montón de niñas perdidas, sin oportunidades en un pueblo de mala muerte, que deciden vengarse de aquellos que abusan de ellas. Claro que luego se denegaría en mucho más. Pero hasta entonces, abogar por un poco de igualdad se percibe como una propuesta radical. Veintiún siglos de historia humana y todavía estamos discutiendo por la igualdad de género. Claro que hay excusas de todos los matices -desde las más racionales hasta las más ridículas-. Pareciera que los derechos de la mujer son el cuento de nunca empezar.

Dichosa soy -y toda aquella que esto lea-, de tener oportunidades. Una historia como violenta esconde una historia de lástima.

Una de mis más acérrimas críticas contra toda religión, dogma y tradición que se incline por esta doctrina, es el hecho de que aún a estas alturas de siglo y en estas latitudes, el mayor logro de una mujer sea criar bien a los hijos y mantener bien una casa. Comprendo la sacralidad de la maternidad y las necesidades superfluas a las que sucumbe un hogar pero, ¿en verdad no hay nada más? Moneda de cambio, desahogo sexual y entretenimiento, servicios domésticas, cocina y crianza. ¿Es feminismo creer que, como la pirámide de Maslow, en calidad de ser humano se puede aspirar a más?

Estoy limitada desde mi nacimiento bajo los preceptos sociales concebidos sobre mi género. Así son las cosas. El doble de esfuerzo y la mitad de reconocimiento. Como si de por si la vida ya bastante difícil. ¿Dónde compro una navaja?

PD.- En este libro me resultó curioso que las descripciones de los personajes se hayan presentado ya avanzada la lectura. Para entonces, ya tenía creado mis propios personajes y los mantuve hasta el final. Porque abundan las mujeres con las cuales identificarse.