Saber que los abogados resultan
tan buenos escritores, es un impulso muy agradable para seguir escribiendo. ..
Tal y como prometí en una entrada
anterior, he leído una compilación de todos los cuentos de Virgilio Díaz
Grullón. Ni que interesante conjunto: hubo algunos que ni me gustaron, párrafos
que repetía e voz alta, finales que cambié en mi mente, cuentos largos y
microrrelatos, realismo mágico y cuentos de suspenso. Había de todo un poco. En
definitivas, para enamorarse de al menos uno.
La recopilación se realiza a
partir de tres libros de cuentos, titulados: Un Día Cualquiera, Crónicas de Alto Cerro y Más Allá del Espejo. Así como otros dispersos que fueron agregados al
final. Mi preferido fueron las crónicas. Porque las historias te permiten
ubicarte en un pueblo donde estoy segura, el autor narraba con una precisión
que solo tienen los que han vivido allí. Es un Macondo inspirado, que anuncia a
la clara en “El aprendiz de brujo”. Pero si por algo me gustó, es porque me inspira a escribir. Como si la fluidez con que Virgilio se expresa fuera tan natural
que cualquiera pudiera, así no más, plasmar en papel lo que pasa en el barrio.
Pero hay un orden estético y una prosa tan bella, que hay que detenerse para
notar la elaboración que guarda un par
de líneas.
Al final, volví a leer a Matum,
un cuento de infancia, que leí en la escuela primaria. En mis recuerdos, el
desenlace del manatí había sido muy diferente. Pero Matum seguía siendo el
mismo, porque son nombres pesados que se mencionan una vez en épocas tempranas
de la vida y se quedan resonando, palpitando en los espacios de la cabeza, hasta
que con su mención percibimos el nombre que siempre estuvo ahí.
Para recordar:
“Pesadilla”. Un niño está
convencido de que una culebra, grande como una casa… y que se arrastra por el
suelo, y echa fuego, y ruge… se lo quiere comer. Se ha mudado junto a los
rieles de la locomotora.
“Dos pesos para Cirilo”. Tres
historias paralelas conectadas. Pedro, quien recibe en el cambio del cheque dos
pesos de más, José que desyerba un patio para ganar algo con qué alimentar a
sus hijos, y Cirilo el colmadero mañoso,
que hace trampa jugando dominó. Pedro le paga dos pesos a José por desyerbar su
patio, y éste entra al colmado a tomarse algo antes de ir a casa.
“Un epitafio para don Justo”.
Mientras está en la barbería, el protagonista se encuentra con un personaje de
su infancia en su pueblo natal. Desaparecido hacía tiempo, resulta que era de
la ciudad de donde había desaparecido. No solo me recuerda una versión menos
nostálgica de “Ahora que vuelvo, Ton”; sino que me recuerda mis propios
escritos han vislumbrar que podría hacer un vendedor de billetes de lotería, si
él mismo se sacara el premio.
Pd.- No pude dejar de notar, la
relación que tenían los personajes con los pozos, pasando a ser un elemento de
desarrollo en mucho de los cuentos. Planteado como una salida misteriosa, un
lugar ignoto cuyo fondo sería siempre un misterio. Asimismo hay una cierta
inclinación a escribir sobre mensajeros y carteros.
Pd.-
Como a Macondo, los gitanos
trashumantes visitaban de tiempo en tiempo nuestro pueblo (…). No pudieron asombrarnos con el milagro del hielo ni con el prodigio de los imanes
porque ya el uso de esas maravillas constituía un hábito antiguo entre nosotros
en la época en que se iniciaron sus esporádicas peregrinaciones por nuestros
dominios. Pero sí nos enseñaron el arte secreto de adivinar el futuro.
(El aprendiz de brujo)
Sobre esta edición:
DÍAZ Grullón, Virgilio (2002). Cuentos completos. Prólogo y cuidado de
edición, Ángela Hernández. Editora Cole, Santo Domingo, Rep. Dom. ISBN:
99934-32-18-0.