Acerca de la autora

25 dic 2014

El Corsario Negro -Emilio Salgari

Qué imaginación debe tener un hombre para escribir tantas historias de aventuras, en lugares tan exóticos del mundo, con esa descripción tan detallada de lugares en los que quizás, él mismo nunca ha estado.

No se cuál sea el origen pero tengo cierta afición a los aventuras marinas: Robinson Crusoe, La Isla Misteriosa, La Isla de Tesoro, Moby Dick, Un Capitán de Quince Años.. es mi manera de escapar a otra versión del mundo. El mismo calor del Caribe en un mundo paralelo. Fue fácil, muy fácil, imaginarse la Isla Tortuga, Maracaibo y otros sitios familiares de aguas saladas y huracanes inesperados. 

No obstante, ese mundo paralelo sigue siendo imperfecto. Me explico: la historia relata la venganza de un pirata al cual un gobernador asesinó a sus hermanos. Esta persecución, no pude pasar por alto, tiene unos eventos de crueldad animal que Salgari no pudo vislumbrar cómo serían interpretados a las alturas de este siglo.

Degollar seis caballos para perder el rastro, envenenar todo un estanque para cuando al enemigo esté sediento, asesinar pumas y gatos salvajes solo por miedo, son eventos que me hacen dudar si el fin justifica los medios. 

Cosas así en verdad ocurrieron -pensé-, con razón se extinguieron tantas especies en América. 

Mundos paralelos de aquí o de allá, todos condenados a la destrucción porque... no se me ocurre un buen final.


El huésped -Albert Camus

Camus es el vivo ejemplo de que las historias más creíbles son aquellas reflejadas en lo que uno conoce.  Albert Camus -ganador del Nobel en 1957-, nació en Argelia, y esta obra, aunque no lo dijera, está ambientada en Argelia. 

El Huésped es la historia de un profesor francés asentado en Argelia -colonia francesa- quien recibe un día un prisionero árabe acusado de matar a un familiar. El profesor está obligado a recibirlo en un casa y recibe la misión de encaminarlo al palacio de justicia más cercano. Sin embargo, ¿cuál obligación tiene él de condenar un hombre que ni conoce? Al final, le deja al mismo prisionero elegir si huir o seguir el camino. No les diré cómo termina, léanlo ustedes mismos. Lo que sí vale la pena contar, es que de regreso en el pueblo se había desencadenado la revolución y para los árabes el profesor no era un amigo. Le dejaron el mensaje escrito en la pared de la escuela.

Haciendo honor a por qué le concedieron el Nobel, por «el conjunto de una obra que pone de relieve los problemas que se plantean en la conciencia de los hombres de hoy», este relato me recordó a los lugares de los que nunca dejaremos de ser foráneos. Que la gente tiene a veces tal sentimiento de pertenencia con la tierra que los vio nacer, que piensan que los hijos adoptados nunca son auténticos. Ciudadanos de ningún lado, no importa dónde vayamos, siempre seremos extranjeros.

Considero que en algún momento Albert Camus se sintió así Argelia cuando sus nativos quisieron independizarse de Francia. Quizás por ello es que, durante un tipo, confundí el nombre de este relato con el nombre de otra obra del autor: El extranjero.